En el Día Mundial sin Alcohol, hablamos con Victoria Álvarez, trabajadora social y terapeuta de ARLE (Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de León).

La situación derivada de la pandemia “ha pasado factura a toda la población. Aquellos que ya eran vulnerables en el consumo, han destapado la patología, y los que consideraban que no tenían problema, empiezan a aumentar. Han habido dudas, planteamientos, al respecto”.

El perfil de las personas que acuden a esta asociación es “variopinto”, porque “las personas que acuden a un tratamiento son programas que no están desestructuradas. Este centro trabaja con personas que tienen en su mayoría su trabajo, familia… aunque tienen deteriorados ciertos aspectos”. La experta sostiene que hay más hombres que mujeres, aunque de estas últimas “cada vez hay más”. La media ronda los 35-40 años.

Pocos son los casos que “llegan y dicen, tengo un problema. Algunos explican que tienen un consumo que no es normal, y unas consecuencias derivadas de ese consumo. Así es más fácil, porque tienen algo claro. Reconocerlo es un trabajo que lleva tiempo. En otros casos, las personas llegan sin conocimiento y buscan oír lo que quieren seguir oyendo. Para eso están los programas, para hacérselo ver. Pero hay que insistir mucho y a veces no se consigue, porque si el paciente no da el paso y se pone en tratamiento es difícil”.

El primer síntoma es el consumo excesivo y abusivo. “Ahí hablamos de una pérdida de libertad para poder elegir. También es común el estar pensando, consciente o inconscientemente, en el consumo”.

El consumo de alcohol “no está mal visto socialmente, pero cuando se pasa a no tener control hablamos de otra cosa. Hay que hablar de pacientes alcohólicos, porque cada uno tiene sus propias características”.

En cuanto al consumo de alcohol en edades tempranas, Álvarez señala que “está entre los 13 y los 13 años y medio, pero no de ahora. Son personas que no tienen su personalidad forjada y son más propensos a desarrollar alguna patología de este tipo. El riesgo es máximo, pero está todo ordenado a esos consumos. Muchos adolescentes unen la fiesta con el consumo de sustancias, y esto es algo que hay que cambiar, porque lo tenemos banalizado”.

La asociación cumple 50 años en diciembre y desde entonces se “da atención y cobertura a pacientes alcohólicos y a sus familiares. La base de esta asociación está dirigida por una junta directiva y un equipo técnico. Se proporciona una atención individualizada y viendo la predisposición del paciente y familia, hay un programa terapéutico, que se distribuye en diferentes fases. Una primera que es de introducción. También se trabaja en las situaciones de riesgo, planteando un mecanismo de defensa, y recaídas”. La última fase consiste en “trabajar todos los aspectos que han trastocado en la época de actividad de consumo del paciente, al igual que se ayuda al familiar a entender y descarguen la tensión y la ansiedad con la que viven”.

La asociación atiende actualmente, dentro del programa terapéutico, a 206 enfermos, de los que 113 están en programa directo y 93 están fuera, siguiendo en mantenimiento. En cuanto a los familiares, se atienden a 103, con 42 en programa y 61 fuera.

Álvarez concluye su intervención aludiendo a que “se necesitan más apoyos, ayudas y visibilidad, porque siempre digo que esta patología no viste de firma. Es importante saber que está ahí, que se trabaja y que tienen opciones de recuperación. Es una patología que afecta a nivel personal, laboral, física…”.