Juan Mateo Fernández, director de la Residencia Arroyo de Valdearcos, denuncia la falta de recursos humanos, las exigencias administrativas y la escasa motivación para trabajar en el sector

Una vez más, Juan Mateo Fernández, director de la Residencia Geriátrica Arroyo de Valdearcos en Fresno de la Vega, ha visitado Manos Arriba para ofrecer una visión realista y sin filtros de la situación que atraviesan las residencias de mayores, especialmente en el ámbito rural. La falta de camas y de personal, unida a unas exigencias normativas difíciles de cumplir, dibujan un panorama preocupante para el sector.

Según Fernández, la escasa motivación de los jóvenes para trabajar en este ámbito responde a factores como los bajos salarios y las duras condiciones laborales, especialmente en puestos como el de gerocultor. “Es un trabajo completamente vocacional, con sueldos muy bajos fijados por convenio, turnos de noche y mucho esfuerzo físico y emocional”, señala. En el caso de los centros rurales, el problema se agrava aún más por los desplazamientos y la falta de transporte.

A ello se suma la presión de la administración, que impone nuevos modelos asistenciales centrados en la persona, como las unidades de convivencia o los planes de apoyo vital, que requieren un aumento considerable de personal. “La normativa está muy bien sobre el papel, pero no hay profesionales que quieran venir a los pueblos. Encontrar un fisioterapeuta o un médico es una odisea”, afirma el director.

Lo más grave, según Fernández, es que la misma administración que exige estos ratios es la que impide alcanzarlos. “Si no cubres el personal exigido, en vez de ayudarte te penalizan: te cortan el concierto, no te envían nuevos residentes y dejan plazas vacías. Es una pescadilla que se muerde la cola y que deja en una situación muy complicada a muchas residencias pequeñas que solo queremos cuidar bien a nuestros mayores”, concluye.

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