En ‘Manos Arriba’ nos desplazamos hasta Palanquinos, primer destino de nuestra ruta veraniega por los pueblos leoneses. Una localidad que goza de una gran tranquilidad, a un paso de León, y en la que hemos podido hablar con Adrián González, un párroco recién ordenado, con mucha fe y muy próximo a la gente

El sacerdote asegura que ha sido un “año de vacas gordas”, en lo que respecta a los ordenaciones, porque “hemos sido cuatro compañeros este año”. Agrega que para llegar a ser “cura” se necesita vocación, aunque en su caso también ha sido la referencia de otro párroco, “que me cambió la vida”.

Adrián González es consciente de que la Iglesia católica tiene que seguir adaptándose, pero cree que “no se ve todo lo que la iglesia hace”. Apunta que los ritmos del cambio en la iglesia son diferentes a los de la sociedad. “En la iglesia se piensa mucho si hay que cambiar y después, hacia dónde y cómo. Es verdad que siempre vamos un poco a remolque, eso hay que reconocerlo”.

En cuanto al rito católico y la tradición de los actos litúrgicos, apunta que “nos ponemos de pie porque somos hombres libres. Nos sentamos cuando escuchamos la palabra de Dios”. Sin embargo, reconoce que “es posible que nos hayamos equivocado a la hora de explicar lo que se vive en una liturgia, porque cuando se comprende, y lo he vivido, cambia. Es verdad que puede acabar resultando monótono, pero hay que poner de nuestra parte para renovar el encuentro con Cristo”.

Para llegar a los jóvenes, el párroco afirma que “es una cuestión que nos preocupa, y estamos en las redes sociales, pero no es como antes. Si no entras y sigues a esa persona no llega la información. Por eso, aunque estamos, hay que crear una masa crítica de fieles, crear conciencia de que todos somos iglesia. Los laicos tienen un papel crucial en la evangelización hoy en día”.

El mensaje de la iglesia “no cambia”, pero sí “cómo lo hacemos llegar. Ahí tenemos que hacer un esfuerzo por adaptarnos a cómo piensa y habla la gente”, ha explicado el sacerdote, que añade que “estar en contacto con la gente es estar en contacto con la realidad y creo que es lo que hay que hacer”.

Por último, Adrián González insiste en que, antes de nada, “somos personas y nos equivocamos. El confesarse cristiano es confesar que soy poca cosa”. Pero también indica que se generaliza, quizá, demasiado. “Hay que dejar claro que porque haya alguna oveja negra, no quiere decir que todos lo sean. Es importante transmitirlo y que la gente se dé cuenta”.