Nos encontramos en un lugar mágico y emblemático de la provincia leonesa, la Cueva de Valporquero. Hablamos con el diputado de Turismo, Nicanor Sen, con el director de este recurso, Manuel-Plácido García, y con José Manuel Rodríguez, jefe de iluminación de la cueva

Una cueva que se siente, se disfruta y crea leyendas. La Cueva de Valporquero es uno de los muchos y más impresionantes recursos de la provincia leonesa, aunque su visibilidad como recurso turístico no le hace justicia. En eso coinciden nuestros invitados, aludiendo a la importancia de su promoción.

Al llegar a la cueva, el visitante se encuentra con una gran riqueza geológica, pero también con la historia de la tierra. En el interior se aprecia cómo ha ido cambiando el planeta, cómo se han ido creando las montañas y llanuras, pero sobre todo, la Cueva de Valporquero conjuga la visita turística con la aventura de la espeleología, algo poco frecuente, por no decir único, a nivel de toda Europa. Se pueden hacer diferentes recorridos. Uno de ellos es lo que se califica como visita normal, ideal para las familias, donde se visitan cinco de sus salas, en una hora de duración. Existe otro recorrido más largo, con una duración de hora y media, para las siete salas disponibles al público. La tercera es la visita de Valporquero insólito. Además, los más aventureros pueden realizar el curso de agua en el mismo recinto.

Pero estas visitas no serían lo mismo sin la iluminación, y de eso sabe el responsable de la luz. La cueva cuenta con casi 1.500 puntos de luz instalados por todo el recinto, algo que no es fácil, porque incluso se reciclan los proyectores por parte de los especialistas, dado que muchas veces no se puede encontrar en el mercado lo necesario para iluminar este recurso natural.

La pandemia también ha afectado a las visitas, como no podía ser de otra manera. Se retomó la actividad en marzo con cinco personas, hasta llegar a los 29 visitantes en estos momentos. Se cumplen los protocolos sanitarios y es obligatoria la mascarilla.