Nutrición e hidratación condicionan el rendimiento físico en deportes de invierno

¿Te has lanzado a las estaciones de esquí esta semana? Si llevabas más de un mes esperando que cayera nieve, estás de enhorabuena. Si te apasionan los deportes de invierno, no te pierdas estos consejos nutricionales para rendir al máximo.

“Cualquier persona puede hacer cualquier tipo de actividad física, pero deporte no”. Así de rontundo se muestra Emilio Blanco, especialista en nutrición y dietética. Para él la diferencia es clara, ya que “para hacer deporte se necesita asesoramiento nutricional para que el cuerpo rinda en condiciones, y además hace falta entrenamiento físico”.
Pero ese entrenamiento duro no produce los efectos beneficiosos de la actividad física. En cambio, cuando el ejercicio forma parte de la rutina diaria, cuando no se hace buscando objetivos de rendimiento físico, sino que uno se mueve porque es bueno para la salud, le divierte y forma parte de su vida, se producen varias reacciones positivas para el organismo: aumenta la sensibilidad a la insulina y se activa el sistema inmune: “cuando hacemos ejercicios se produce un aumento de radicales libres, aumenta la oxidación celular que hace que nuestro sistema inmune se active”.
Algunos deportistas corren riesgos porque, en lugar de cuidar su alimentación, toman un exceso de antioxidantes que puede acabar estropeando todo lo bueno que tiene el ejercicio.

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Del mismo modo que los que practican deportes de invierno compran ropa y calzado específico, también debemos cuidar la alimentación.
Según Emilio Blanco, “cuando hacemos ejercicio consumimos energía y esta se obtiene a través de la glucosa, de la grasa en ocasiones y, muy rara vez, de las proteínas. Si el ejercicio que vamos a hacer exige un rendimiento inmediato, necesitaremos glucosa. En cambio, para ejercicios más a medio plazo, con un rendimiento más progresivo, el organismo utiliza triglicéridos. Eso puede conducir a que en un momento determinado, el rendimiento sea menor de los previsto porque no estamos bien alimentados y acaban sucediendo las famosas pájaras”.
Pero, ¿qué tipo de alimentos conviene tomar antes de esquiar? Emilio Blanco lo tiene claro: “si se busca competir, es fundamental consumir glucosa, que la encontramos en pan, pasta y patatas y nos proporciona energía inmediata. Si lo que se busca es pasar el día en la estación de esquí subiendo y bajando, de forma continuada pero sin grandes exigencias, habrá que comer un poco más de todo, y tomar esos hidratos de carbono pero más complejos, proteínas de alto valor biológico y un poco de grasa”. “Lo que debemos evitar son esos alimentos que nos puedan impedir la práctica del ejercicio, como una fabada; hay que esquivar los alimentos flatulentos y aquellos que condicionen una digestión correcta o que aporten mucha grasa”. Es fundamental saber qué tipo de ejercicio vamos a hacer para alimentarnos correctamente.

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La hidratación es la gran asignatura pendiente en la práctica de deportes de invierno. Aunque haga frío, el cuerpo suda. Eso, unido a los nuevos tejidos tecnológicos con los que se elabora la ropa deportiva, nos puede hacer creer erróneamente que no necesitamos reponer líquidos. La recomendación de nuestro especialista en nutrición es casi una obligación: “es imprescindible al terminar la jornada de esquí tomar agua, alguna bebida isotónica o aprovechar el invierno para ingerir sopas y caldos calientes que nos ayuden a rehidratar el cuepo”.
Y con la hidratación solventada, tras una jornada en las pistas de esquí, es interesante cenar proteínas de alto valor biológico, como una tortilla francesa o un filete a la plancha, siempre teniendo en cuenta que “no es recomendable ingerir más calorías de las que vayamos a consumir, porque lo que no se gaste, acabará en aumento de peso”.