Nuestro nutricionsita de cabecera, Emilio Blanco, nos habla sobre los cereales, pero desde un punto de vista distinto.

Para este experto, “desde un punto de vista sociológico, los cereales son el gran mal de la humanidad, porque favorecieron la asentación de la población. Los humanos empezaron a creer que la tierra era suya, y eso es un problema”. A esto se le suma “el afán desmedido de la industria de hacer unos cereales cada vez más productivos, descuidando la bondad de los mismos”.

Blanco asegura que “consumimos malos cereales. Llevan con nosotros unos 10.000 años. Se ha demostrado que antes de su aparición los seres humanos no padecían enfermedades crónicas. Lo que ocurrió es que con la incorporación de cereales, se empezaron a dejar de consumir proteínas de altísimo valor biológico. Disminuyó el tamaño del cerebro, la musculatura… que se ha recuperado gracias a la medicina, a la higiene…”. Insiste en que el problema ha venido con “la revolución verde, en el siglo XX. Tenemos unos cereales muy malos. Hemos conseguido que tengan gran poder energético, por el almidón que tienen, pero nos hemos olvidado de otro que tenían en origen”.

El nutricionista afirma que “hay que volver a los cereales de antes, que estaremos consumiendo entonces un producto totalmente necesario, porque el refinado ha acabado con muchas propiedades que contenían”. Indica que hay que optar por los cereales integrales, ya que los procesos de refinado acaban con la fibra, pero también con las vitaminas y minerales, y tienen mucho gluten”.

Por eso, Blanco señala que los cereales que consumimos “no son los más deseables, porque tienen hidratos de carbono, pero son pobres en proteínas, entre un 7-10%, y encima de mala calidad”.

Para este experto, la avena es el “cereal más completo, porque tiene menos hidratos, la misma cantidad de proteínas y menos grasas y calorías”. Eso sí, habla de la avena, cereal, no la bebida de avena, matiza.