176 personas disfrutan de una parcela en La Candamia

La vida social y la actividad física son el mejor reclamo

Acceder a una parcela supone entre 4 y 5 años de espera. Los huertos que el Ayuntamiento de León ofrece a los jubilados son un bien codiciado. No hay renuncias, sólo trabajo, vida social, ejercicio físico y una buena cosecha. Los protagonistas nos cuentan su experiencia como hortelanos.

 Llevan muchos años operativos. Los huertos para jubilados son un programa exitoso que el Ayuntamiento de León piensa seguir manteniendo a lo largo de los años. Nos lo cuenta Aurora Baza, concejala de Familia y Servicios Sociales: “hay una lista de espera de más de 100 personas y les toca aguardar de media entre 4 y 5 años para poder acceder a uno de los huertos. Al ver el éxito de este proyecto y los beneficios que tiene para los usuarios pensé que habría que ampliarlo porque se está quedando muy corto”.

Los requisitos de acceso son muy sencillos: estar empadronado en León, ser jubilado o prejubilado, estar al día en los pagos con el Ayuntamiento y no poseer otro huerto. Hay un pequeño porcentaje de parcelas, alrededor de un 10%, que se destinan a centros educativos que las solicitan para que los alumnos puedan aprender los rudimentos básicos del cultivo.

Atendiendo y ayudando a los hortelanos, sobre todo a los más novatos, está Francisco Álvarez, el responsable de los huertos de La Candamia: “para acceder a uno de estos huertos hay que presentar la solicitud en el Ayuntamiento y se entregan por riguroso orden de petición. Aunque la propiedad del terreno es del consistorio, se le cede al usuario en usufructo durante un periodo máximo de 10 años”.
Estas parcelas, ubicadas en La Candamia, cuentan con maquinaria y sistemas de riego con los que poder llevar a cabo un cultivo “más tradicional que ecológico, porque procuramos que todos los usuarios recuperen los abonos animales, intentando prescindir de químicos, por ejemplo, y combatiendo las plagas más comunes como la del pulgón con ortigas, jabones naturales o plantas asociadas”, según nos explica Francisco Álvarez.
Algunos de sus usuarios nos narran sus vivencias en la huerta, que van más allá de llenar la despensa. El cuidado de la parcela y el encuentro diario con sus compañeros trae muchos beneficios para la salud emocional. Es el caso de Loli, que lleva ya 6 años con el huerto. Nos cuenta que “de momento sólo hay lechugas y cebollas, pero a finales de julio ya habrá tomates, pimientos y judías verdes”. Ella va un par de horas cada tarde y, además de atender la huerta, juega la partida con otros jubilados y quedan para merendar juntos. “No me imagino la vida sin el huerto, me lo da todo. Tuve una operación muy mala hace tiempo y la huerta me ha ayudado a salir y a ser feliz; estoy deseando que llegue la tarde para poder ir allí”.

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La concejala de Familia Aurora Baza a la izquierda y Loli, usuaria de los huertos, a la derecha

Con menos antigüedad, Gregorio también disfruta de su parcela en La Candamia desde hace 5 años. En su caso, copió la idea a su padre porque “él también tuvo un huerto cuando se jubiló y de ahí me viene a mí la afición. Soy novato y quiero plantar de todo, pero no se puede, las zanahorias se me resisten”. Además de las tareas propias de cultivo, Gregorio ha encontrado en esta actividad una vía de escape para ocupar su tiempo libre y ha encarado la jubilación con optimismo: “voy contento al huerto y vuelvo más alegre aún. Yo vivo en El Ejido y suelo ir en bici hasta La Candamia, disfrutando de un paraje idílico con los pájaros cantando y las cigüeñas buscando alimento. A mí me ha dado una terapia porque cuando tu vida laboral acaba te tienes que dedicar a otra cosa y en el huerto he encontrado el hueco para llenar mi vida”.
El más veterano es Víctor que lleva con el huerto desde el año 2000. “Soy de los más antiguos, y cuando empezamos aquí solo había 80 huertos. En todos estos años he ido aprendiendo a cultivar porque con menos horas de trabajo ahora consigo mejores cosechas. Algunos compañeros me piden consejo pero yo no me considero ningún experto”. Víctor también ha tenido algún revés en su vida personal y, tras el reciente fallecimiento de su mujer tiene poco tiempo libre para dedicarle a la huerta, pero cuando puede se hace una escapada. “Por poner alguna pega, ahora hay que pagar una tasa de 20 euros, y aunque compensa a final de año por todo lo que obtienes, antaño los usuarios no teníamos que pagar nada”.

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De izquierda a derecha, el responsable de los huertos Francisco Álvarez, Gregorio y Víctor

En el Ayuntamiento de León tienen claro que el programa de los huertos de ocio está funcionando a la perfección. La concejala titular afirma que “la finalidad de estos huertos es ofrecer a jubilados y prejubilados una terapia ocupacional en la que además se potencia mucho la solidaridad entre personas”.
Además de las propias parcelas de cultivo, los huertos de La Candamia cuentan con una zona de ocio en la que hay una bolera, una zona de juego de petanca e incluso una rana, pero “las sombran son mínimas y estamos trabajando para que puedan estar a gusto en esta zona de ocio también en verano cuando más aprieta el sol”, nos cuenta Francisco, el responsable de los huertos.
Aurora Baza asegura que “los huertos para la mayoría de usuarios son la mejor terapia porque surgen situaciones familiares complicadas y allí tienen un desahogo”. Tanto es así que ya se ha marcado una ampliación como uno de los objetivos de esta legislatura porque “quiero conseguir otra zona dentro de León para poder ampliar el número de huertos: ya he cursado la petición a Urbanismo y estoy a la espera de que me digan qué otras fincas municipales están disponibles para poder hacer más huertos y ampliar el número de personas que disfrutan de este programa municipal”.
En los últimos meses han tenido algún que otro contratiempo porque las instalaciones han sufrido un robo “de toda la maquinaria que teníamos guardada en las instalaciones, cuyo valor ascendía a 10.000 euros”, nos cuenta Aurora Baza, “ahora intentaremos ponérselo más difícil a los amigos de lo ajeno”.