Nos desplazamos hasta El Molinillo, donde conocemos más de cerca la trayectoria de este local leonés, así como abordamos temas de interés deportivo, con el árbitro Vicente Bultó como invitado.

31 años como profesional en ACB, 1200 partidos oficiales, Juegos Olímpicos de Atenas 2004, 10 temporadas de la Euroliga, dos mundiales, cinco Eurobasket… Es gran parte de la trayectoria de este profesional, que ahora cuelga el silbato haciendo historia.

Para Bultó, los “árbitros somos deportistas, y todos los deportistas tienen un inicio y un final de carrera, y por imperativo de edad, me toca colgar el silbato”.

El árbitro destaca que de toda su experiencia se queda “con toda la gente que he conocido, ciudades, culturas nuevas y, fundamentalmente, los amigos que me llevo a casa”.

Debutó en ACB con 24 años, “gracias a Felipe Llamazares”, sostiene. “Era muy joven y eso requiere una adaptación muy rápida, porque estaba rodeado de gente mucho más mayor. Al principio, hasta que vas cogiendo experiencia es complicado, pero el trabajo y la profesionalidad se va consiguiendo”.

En su larga trayectoria, Bultó ha conocido grandes estrellas del baloncesto y guarda anécdotas de su etapa en el arbitraje, pitando a jugadores como Lebron James o Tim Duncan.

Europa y EEUU son dos tendencias distintas a la hora de normas y arbitraje. El profesional reconoce que “la regla de los pasos es distinta en la NBA, por ejemplo, pero cuando los jugadores americanos juegan FIBA tienen que adaptarse, y les cuesta”.

Pese a que guarda infinidad de recuerdos positivos, el árbitro señala que “no todo es bonito dentro del deporte, y

hay que ser capaz de manejar las expectativas. Lo bonito es muy bonito, pero lo que no lo es también forma parte del deporte y es parte del aprendizaje”.

Bultó incide en que “en nuestro mundo, las estadísticas hablan que en un partido normal, el tanto por ciento de acierto está por encima del 80-85%. Si los comparamos con los porcentajes de tiro de un jugador de nivel, si es un 40% en tiros de tres es la bomba, pero no se valora igual el error de un árbitro que el de un jugador”.