Álvaro Borge, jefe de la Sección de protección de la Salud del Servicio Territorial de Sanidad de León, y Mª Ángeles Díez, técnico de la Sección de protección de la Salud del Servicio Territorial de Sanidad de León, nos ponen al día sobre las inspecciones sanitarias en hostelería y restauración, sectores que “gozan de buena salud”

Los profesionales veterinarios son los encargados de realizar estos trabajos de inspección. “Pertecemos a los Servicios Oficiales de Salud Pública. En la provincia contamos con unos 60-70 inspectores, de los que la gran mayoría son veterinarios”.

La “palabra inspección ya hace sentirse cohibido. Lo que pretendemos es verificar que los operadores económicos, la restauración, respetan la normativa vigente en materia sanitaria, porque el consumidor tiene que tener las garantías de que lo que se consume está en las condiciones idóneas”.

Existen tres tipos de controles: La inspección mediante la observación…, la auditoría, donde se verifica la información y el papeleo. El tercer control se basa en la toma de muestras, que enviamos al laboratorio para comprobar que los alimentos estén en buen estado.

Dentro de la restauración “hay muchos tipos de establecimientos. Nosotros los catalogamos en tres niveles, en función del riesgo que tienen para el consumidor. Tenemos los establecimientos de riesgo (residencias, guarderías…), los restaurantes propiamente dichos y finalmente los bares que solo proporcionan bebidas, que requieren menos control”. En León provincia hay 3.000 bares, unos 1.000 restaurantes y 500 establecimientos de riesgo. “Somos más estrictos sobre los de riesgo, porque el público que tiene es más vulnerable”. En cuanto a los que más incumplen, “los establecimientos alimentarios de comidas preparadas”. Aun con todo, “de las más de 10.000 inspecciones que hacemos en establecimientos de restauración, no llegan a 100 las infracciones, es un porcentaje escaso. El sector está cada vez mejor formado, es más profesional y cumple más las normativas, y se demuestra por el número de intoxicaciones alimentarias que tenemos anualmente”.

“Velamos por las condiciones sanitarias, pero también hay que respetar las condiciones propias del producto alimentario”, señalan estos profesionales.

En función del historial del establecimiento se establecen las frecuencias de inspección, pero al menos una vez al año se realiza.

Por último, los profesionales sanitarios proporcionan el dato de que tanto el garrafón como la prohibición de hacer limonada casera en los bares son “mitos urbanos”. Aseguran que “de todas las inspecciones que hemos llevado a cabo, si tenemos garrafón como un alcohol que se hace en un bar, no existe”. En cuanto a la limonada, insisten en que “no hay ninguna norma sanitaria que lo prohiba. Ese mito viene de hace años, por las condiciones en las que se elaboraba la limonada era. Pero si se hace con las condiciones sanitarias adecuadas, se puede hacer”.