Conjurar la buena suerte o esquivar la mala nos aporta un sentimiento de seguridad

Podemos hablar de suerte, fario, gafe, fortuna o destino, pero en el fondo todo se resume en miedos e inseguridades. En mitad de un martes y 13 averiguamos qué se esconde detrás de las supersticiones.

La psicóloga clínica Marta Herreras nos cuenta qué mecanismos se activan en la mente de un supersticioso cuando salta la alarma: “no deja de ser un comportamiento para intentar controlar; la superstición aparece cuando creemos que un suceso A influye de una manera en un suceso B, aunque estos sucesos no tengan relación alguna entre sí. Pero por algún extraño proceso asociamos en nuestra mente que si hacemos una cosa, sucederá otra que nos ayudará a conseguir algo positivo o a evitar lo negativo”.
La superstición tiene mucho de creencia pseudomágica. Para Marta Herreras todo se resume en la necesidad de dirigir nuestra vida: “queremos tener una sensación de control sobre una situación que, evidentemente, se escapa de nuestro dominio. De una forma racional, no hay ningún motivo por el que nos pueda suceder algo negativo si derramamos un salero o si pasamos por debajo de una escalera, pero asociamos estos hechos de forma inconsciente”.
Todos estamos expuestos a las supersticiones, en muchos casos las tenemos porque otras personas nos contagian, aunque en ocasiones esos miedos surgen por algo que nos ha pasado en primera persona: “yo tenía una amiga que para el primer examen que hizo en la universidad me pidió un jersey prestado y como el examen le salió muy bien, lo atribuyó a que esa prenda le había dado buena suerte, por lo que siguió poniéndoselo cada vez que le tocaba examinarse, incluso en los finales de junio, con un calor terrible”.
Hay supersticiones positivas, encaminadas a provocar algo bueno, como el hecho de llevar un jersey para sacar buena nota en un examen, y las hay negativas, como la de no pasar por debajo de una escalera para que no nos suceda algo malo.
“Los seres humanos tenemos la necesidad de percibir que tenemos control sobre la vida y las cosas, eso nos da más seguridad, aunque en la mayoría de ocasiones ese control no existe, es una cuestión de azar. Por eso conjuramos estos apaños, para luchar contra la inseguridad. No es un tema preocupante, salvo que se lleven al extremo y se convierta en algo patológico que nos lleve a tener un comportamiento obsesivo-compulsivo, como el de algunas personas que antes de salir de casa tienen que realizar determinadas rutinas como ordenar objetos de una forma concreta para poder salir sin miedo”.

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La suerte es un concepto relativo. “Hay gente que no intenta las cosas para evitar fracasar y se escudan en la mala suerte, pero está claro que si deseas algo tienes que salir a buscarlo, no puedes quedarte en casa esperando a que vengan a buscarte, amparándote en tu mala suerte”.

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