Las ruedas de invierno suplen a las cadenas 

La de repuesto es la gran olvidada

Con un invierno tardío que deja nevadas en marzo, analizamos las medidas de seguridad que debemos implementar en nuestro vehículo para que las inclemencias del tiempo no pongan en riesgo nuestra vida al volante.

En Manos Arriba arrancamos una nueva sección llamada “Sobre ruedas”. Con ella, guiaremos a los consumidores en las intrincadas cuestiones mecánicas, de seguridad y de mantenimiento de los vehículos.
Aitor Oria, responsable de Rodaitor, nos habla de los neumáticos como elemento de seguridad en el vehículo. Desde hace algunos años, son muchas las empresas que han apostado por las ruedas de invierno, especiales para esta estación del año, que las hace idóneas para la nieve y el hielo por su rayado, silueta y su dibujo. Con ellos permite que el drenaje del hielo sea rápido, y junto con la goma con la que van fabricadas, especialmente blanda, consigue facilitar la adherencia del neumático a la carretera.
Estas ruedas están preparadas para el frío y por ello su uso no está recomendado durante el resto del año ya que con el calor, el neumático se deteriora más rápidamente y produce un mayor consumo del vehículo.

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Según Aitor Oria, los neumáticos de invierno suplen a las cadenas; éstas son “algo obsoleto, poco prácticas y realistas, y además son complicadas de utilizar porque muy pocas personas saben cómo colocarlas”. Tampoco las fundas textiles ofrecen mayores ventajas. Aunque resulta más fácil colocarlas en las ruedas, su uso sólo está indicado para una situación puntual, pero no nos servirían para conducir con absoluta tranquilidad.
Si decidimos apostar por los neumáticos de invierno, lo ideal es colocarlos en las 4 ruedas, no únicamente en las de la tracción. El precio ya no es un problema porque aunque hace 3 años una rueda de invierno doblaba el precio a una normal, ahora están casi a la par.
Una nueva opción son los neumáticos 4 estaciones que algunas marcas como Michelin están comercializando pero, en opinión de Oria, “hay que ver cómo evolucionan y, a día de hoy, veo más oportuno tener un juego de invierno y otro para el resto del año”.
Los neumáticos son una pieza clave en la seguridad de un vehículo. Para evitar un excesivo desgaste es conveniente vigilar el testigo de la rueda, que bien entre los canales del dibujo. Cuando la goma del neumático llega a igualarse con el testigo, es señal de que el neumático debe ser reemplazado.
La duración de un neumático viene determinada en gran medida por la forma de conducir el vehículo y por la zona geográfica en que ruede.
Así, un conductor agresivo o un coche muy potente tendrán que cambiar ruedas a los 10.000-12.000 Km. por el desgaste producido.
Pero esa advertencia de seguridad también va encaminada a aquellas personas que conducen de forma excesivamente tranquila o que apenas mueven el coche, porque con el tiempo, el neumático se deshidrata, se cristaliza y se pone duro. Y aunque a primera vista pudiera parecer que no se gasta, al haberse endurecido tampoco cumple con su función principal que es la de adherirse a la carretera.
La rueda de repuesto es la gran olvidada. Hay vehículos que cuentan con una rueda de repuesto que lleva más de una década en el maletero y aunque está sin usar, nos puede provocar sustos como un reventón si sufrimos un pinchazo en un día de calor.
Así que para aquellos que conducen poco o para los que guardan la rueda de repuesto como una reliquia incorrupta, Aitor Oria recomienda vigilar la fecha de fabricación del neumático. A partir de ella, aunque no parezca gastado, deberíamos cambiar las ruedas si tienen más de 6-7 años de antigüedad.