Nerea Ortega, de Clínica de Podología León, nos explica qué es y cuáles son los síntomas del pie diabético, así como la importancia de contar con podólogos en la Seguridad Social.

Los podólogos reivindican la presencia de más profesionales en la Sanidad Pública, porque hace 10 años se propuso, pero “sigue ahí”. Se llegó a aprobar un Decreto en pro de la inclusión de un podólogo en la Seguridad Social, pero de momento no existe esta figura. “El pie es lo que nos sostiene y nos permite caminar, pero no hay servicio para el pie. Existe el traumatólogo, el vascular… pero no hay un podólogo”. Las afecciones en el pie, según esta profesional, “tienen que esperar, porque hay una unidad de pie y tobillo, pero no exclusivamente, sino que también tratan otras cosas, por lo que las listas de espera son grandes”.

Ortega aporta el dato de que 8 de cada 10 personas tienen una patología en el pie a lo largo de su vida, bien que se cronifica, o no, pero es un 80% de la población”.

En lo que concierne al pie diabético, la podóloga sostiene que “no hay unidades a nivel general, aunque sí algunas comunidades que han creado un equipo multidisciplinar que se encarga de mirar este tipo de pie. Es importante mirarlo, porque el 80% de los diabéticos tienen probabilidad de tener pie diabético. Uno de cada cuatro pacientes diabéticos desarrollan una úlcera en el pie, y cuando esa úlcera no va bien, en el 70% de los casos acaba en amputación”.

Según Ortega, el pie diabético genera “ya no un gasto, sino un presupuesto, y del presupuesto total de la Sanidad Pública de Castilla y León, el 8% se va a pie diabético. Eso se podría reducir si se cuenta con una unidad preparada para ello”.

Sobre el pie diabético

Se da en personas con una hipoglucemia mal controlada. “El problema es conseguir el diagnóstico, porque la diabetes es una enfermedad que no se ve y cuesta diagnosticar. Eso genera más posibilidades de que se dé pie diabético”.

Con las personas con pie diabético hay que tener en cuenta existe una neuropatía, una insuficiencia venosa, superficial o profunda, y un sistema inmune que no funciona correctamente. Una persona que “tiene una neuropatía deja de sentir. Si se pincha no lo nota y eso provoca una úlcera. Eso se asocia a una mala vascularización, a lo que se suma que el sistema inmunológico está comprometido, lo que impide que luche contra la infección”.