Por Emilio Blanco
Una fruta con poco misterio, pero una de las más sanas de la naturaleza. Todos sabemos de dónde llega la piña a nuestras mesas, pero no solemos conocer que es un fruto no climatérico, es decir, que se debe recolectar casi en su punto de madurez comercial, porque una vez cortado de la planta solo madurarán un poco más, siendo para muchos cultivos una maduración casi nula. Y para aprovechar todas sus virtudes se debe de comer en su correcto punto de maduración.
La piña aporta muchas ventajas: Contiene mucha agua, gran cantidad de fibra, vitamina c, manganeso, una enzima extraordinario que es la bromelina –mejora la asimilación de los aminoácidos al deshacer las proteínas–, aporta muy pocas calorías, es diurética y depurativa, ya que contribuye a la eliminación de toxinas por la orina.
Asimismo, el corazón que es una parte que se suele desechar, pero que en los últimos tiempos se viene utilizando en muchas dietas de adelgazamiento, y es la parte del fruto que más fibra contiene. A lo que hay que añadir un gran poder de saciedad.
Cuando la fruta está en su correcto punto de maduración no debe tener un color excesivamente verdoso, y al tirar de una de sus hojas debe salir con facilidad.
Se suele consumir como fruta depurativa después de épocas de excesos como suele ser el período navideño, pero es aconsejable tomarla de forma habitual, y mejor aún su es fuera de las comidas, no como postre. Como primer plato está perfecto o, incluso, como guarnición.
Un clásico de las cestas de Navidad es la piña en almíbar, y es una buena opción si no se consume el almíbar, ya que éste proporciona gran cantidad de azúcar.
Comer piña, fuente de salud
